lunes, 1 de agosto de 2011

Punto de partida: Hacia una antropología de las prácticas económicas

Quizá una de las referencias más importantes en el marco de la antropología económica, podría ser Max Weber, Karl Marx, Emilie Durkheim, Marcel Mauss, Franz Boas, Karl Polanyi, Marshall Sahlins, Maurice Godelier, entre otros clásicos en la disciplina antropológica. Pero, seguramente inmediatamente, nos viene a la cabeza viejos debates entre los formalistas y los sustantivistas, a partir de lo cual se estructuró buena parte de lo que conocemos como “Antropología Económica”. Quizá, hoy el talón de Aquiles de la antropología económica, lo constituye su propio ejercicio de ensimismamiento y solipsismo como práctica disciplinaria; en ese sentido, no hay nada más nutritivo para una “antropología de las practicas económicas” que alimentarse de otros marcos de reflexión, o coordenadas analíticas. En otras palabras, no solo hay que pensar en términos de la propia disciplina, sino que el campo de la antropología económica -si puede llamarse así- debería de estar atravesada por la filosofía, especialmente los trabajos de Gilles Deleuze,  Merleau Ponty, Peter Sloterdijk, por la historia de las mentalidades como Le Goff, o Georges Duby y sus contrapartes latinoamericanas, por la sociología y las importantes contribuciones de G. Simmel, Bourdieu, Boltanski, Viviana Zelizer, entre otros, la psicología, y hasta el psicoanálisis; incluyendo por supuesto, el “Mouvement anti-utilitariste en sciences sociales” (MAUSS). Pero sobre todo, para nuestra parte del continente, desde donde se encontramos nuestro lugar y voz, sería indispensable pensar una antropología de las practicas económicas, de cara a las contribuciones de los estudios de la post-colonialidad y las críticas al eurocentrismo contenidas en las contribuciones de Aníbal Quijano, Edgardo Lander  Santiago Castro-Gómez, Fernando Coronil, Enrique Dussel, Arturo Escobar, Walter D. Mignolo, entre otros.

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